Acompáñanos a descubrir la aventura de Pepito el Dinosaurio, el protagonsita de la nueva colección de micumacu.
Había una vez, en el precioso reino de micumacu, un joven dinosaurio llamado Pepito que vivía en un volcán con su familia. Era tan pequeño que casi no se veía y tenia pocos amigos entre los otros dinosaurios.
A la familia de Pepito no les gustaba salir de su entorno, y por eso vivían escondidos en la cima del volcán, lejos del bosque donde reinaban los otros animalitos.
Un buen día, Pepito, aburrido de estar solo, se fue al bosque prohibido para comprobar si los animales que vivían allí eran tan feroces y daban tanto miedo como sus padres le advertían. Los animales, al verlo, se quedaron de piedra. ¿Qué hacía un dinosaurio en su bosque? ¡Qué extraño! Sin embargo, había una rana, llamada Paqui, que adoraba las cosas extrañas y misteriosas. Era una fiel amante de las aventuras, y no pudo resistirse a intentar averiguar qué hacía aquél dinosaurio tan pequeño en su hogar.
Paqui se acercó a Pepito y descubrieron que tenían gustos muy similares, y lo mejor de todo: Pepito le contó a la ranita que él no comía carne; ¡su comida favorita eran las magdalenas! Así, compartiendo su afinidad por misterios y postres, Paqui y Pepito se hicieron muy buenos amigos.
Cuando Pepito volvió a visitar a Paqui, este trajo a sus amigos dinosaurios: Rhino, Pecus y Carlos, y montaron una fiesta. Su risa y su alegría se extendió por todo el bosque y era tan pegadiza que otros animalillos salieron a unirse a la fiesta, sin poder resistirse.
Y así fue cómo Pepito y Paqui juntaron sus dos culturas, tan diferentes la una de la otra, gracias a la amistad. Después de aquella fiesta ¡hubo muchas más! Paqui siempre le llevaba magdalenas a Pepito cuando lo visitaba en su volcán y Pepito con sus amigos dinosaurios traían a Paqui gemas preciosas del interior del volcán para decorar el bosque y sus fiestas. Pepito nunca más se volvió a sentir solo.
Y colorín colorado, Pepito y Paqui dan este cuento por terminado.
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